Cuando compré la bici decidí que una buena forma de amortizar el gasto era renunciar a la piscina, que en años anteriores había sido mi principal fuente de ejercicio semanal. No es que fuese una mala idea, pero lo cierto es que con lo que llueve en otoño la pobre bici se quedó en el trastero una buena temporada.
Todo eso pertenece ya al pasado, porque aprovechando que Bea se ha apuntado a clases de natación me he animado a sacarme un abono para la piscina y esta mañana he ido a echar los higadillos por primera vez.
1,5 Km antes de que el desayuno se amotinase y me obligase a dejarlo. Para la próxima estaré mejor preparado para la batalla, o eso espero. Por ahora a descansar un poco, que lo necesito.
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