La dueña de la pastelería "El buen gusto", situada en la calle Elduayen y en la que se pueden comprar las, en mi opinión, mejores napolitanas de la ciudad, es también una excelente persona (y, de paso, una excelente fidelizadora de clientela).
Esta noche, cuando volvía del hospital con Bea con planes para hacer una pizza casera con masa que nos esperaba descongelando en la encimera, me acordé de que no teníamos tomates para darle el punto a la cena. Estábamos a la altura de El Corte Inglés, pero no me gusta el establecimiento, y menos su supermercado. Probamos una ruta de vuelta buscando alguna frutería pero todas estaban ya cerradas y cuando pasábamos por Elduayen Bea insistió en preguntar en nuestra querida pastelería si tenía algún tomate para vender (además de pasteles también hacen bocadillos en el momento y venden fiambre. Más de un policía motorizado de la local es habitual del establecimiento es estos menesteres) La buena mujer nos dio un tomate y se negó a cobrarnos nada.
La cara de alegría de Bea de camino a casa era de esas que no se encuentra en un adulto. Una de esas sorpresas felices que sólo los niños saben expresar. Al final le cogí el tomate, porque lo sujetaba tan fuerte para evitar que se le cayera que estaba a punto de convertirlo en salsa.
"El buen gusto". Un lugar que merece los premios que atesora.
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