21 minutos y 12 segundos para llegar a la playa. De puerta a puerta, sin tener que buscar hueco para aparcar, sin tener que pensar en lo sucio que está el cristal o cuánto costará llenar el depósito.
Simplemente candar la bici a algo, coger las gafas y al agua a nadar.
A la vuelta olvidé parar el crono, pero a los 25 minutos la bici estaba guardada y yo a medio camino de tender el bañador y la toalla.
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