24 abril, 2012

Definitivamente es la mala compañía

Hoy tocaba piscina.

Bea estaba convencida de que con el partido de fútbol que daban por la tele el lugar estaría desierto, pero lo cierto es que estaba hasta la bandera. Se ve que yo estaba menos desencaminado en cuanto a que los nadadores no son de fútbol, o al menos no de sillón-fútbol.

La cosa es que en la piscina libre sólo había una calle que llamara la atención: la calle de nado rápido, en la que una chica con muy buen estilo pero muy baja velocidad estaba haciendo largos.
Allí que me fui y a nadar se ha dicho. Igual que el sábado pasado, noto que me muevo muy bien, como si deslizara como pez en el agua. Una pena que la llegada de nadadores no terminase conmigo, porque en unos pocos largos tenía a una batidora compartiendo calle y poco después a otra más, suerte que la primera ocupante ya había dejado algo de hueco con su marcha.

Al final hice una buena marca: 2300 metros en 46 minutos (3 Km/h de media), y creo que la podría haber mejorado de no haber tenido tantos ocupas en la calle. Otro día será.

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