Bueno, más bien ya casi tenemos mesa.
La cosa está así: unos meses antes de navidades Bea estaba con la idea rondándole la cabeza de hacerse con una mesa para el salón. Y como la chica es tozuda, después de muchos catálogos de La Oca y similares que me pusieron sobre aviso respecto al precio de este tipo de muebles, nos terminamos acercando hasta Mondariz Balneario a La Victoriana, una tienda de muebles peculiar que una compañera del hospital le había recomendado.
Estuvimos viendo por allí y Bea encontró la mesa que buscaba. Como yo no aproveché mi derecho de veto (el único derecho que tengo a la hora de elegir elementos decorativos) la decisión quedó tomada. Solamente quedaba llenar la hucha para poder pagarla, y por fin ha sucedido.
Ahora solamente queda esperar a que la mesa haga una pequeña pasada por el restaurador para afinarla y listo. En muy poco tiempo la mesa estará en el salón.
Ya sólo quedará que consigamos unas sillas para poder cenar como la gente civilizada.
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