18 marzo, 2014

Hoy he talado el cerezo de Cabral


Recuerdo cuando mis padres lo trajeron a casa. Era un brote de cerezo injertado en una raíz de peral. Me parecía alucinante y pensaba que cuando diera fruto saldrían peras de algunas ramas y cerezas de otras.

Hoy he cortado todas las ramas, dejándolo convertido en poco más que un tocón.
Un vecino terminará la labor con ayuda de una motosierra.
Pero hoy tenía que ser con una sierra de mano de verdad, como la de mi abuelo, y tenía que hacerlo yo. Es como ser el kaishakunin de un viejo amigo.
Estoy cansado y me duele el codo derecho tanto que apenas puedo llevar la mano a la boca. Es un pago justo por lo que he hecho, pero había que hacerlo.

El cerezo llevaba ya años enfermo y cada vez estaba más atacado por los hongos. Tanto que algunas de sus ramas parecían a punto de desplomarse sobre las escaleras o incluso sobre la calle. Al llegar el sol empezaba a sangrar resina, dejando marcado el suelo y todo lo que se cobijara bajo su sombra.

Adiós viejo amigo. este año ya no enseñaste tus flores como anuncio de la primavera. Supongo que también sabías lo que tocaba.

No hay comentarios: