22 septiembre, 2011

Llegó de nuevo el día sin coches, y se fue tristemente

Otro año más se ignora completamente el día sin coches, algo que surgió hace tiempo (en las noticias indicaban que era el onceavo año de su celebración).
Al menos en las primeras ocasiones el ayuntamiento ponía algo de empeño en disimular, cortando alguna calle céntrica, que no principal, para que pudiesen disfrutar los ciudadanos de una ciudad para ellos. Este año toda la propuesta municipal fue poner autobuses gratis al hospital Meixoeiro y alguna otra linea. ¿A quién le importa? A nadie. Yo mismo ni me enteré hasta que salió en las noticias del mediodía.

Por mi parte he decidido celebrarlo andando por la ciudad en bicicleta incluso más de lo que acostumbro.
Primero a la tienda de informática a comprar un cable VGA-VGA, vuelta a casa y vuelta de nuevo a la tienda a por un adaptador VGA-DVI (gracias a lo cual ahora ya puedo con dos monitores, 38' de superficie de píxeles).
Al mediodía a casa de papi y mami a comer en familia, que Bea está fuera, de curso, y ya se sabe que cocinar para uno solo da mucha pereza.
Por la tarde a Renfe a consultar en persona cómo va eso del tren a Oporto (adivinad dónde es el curso de Bea), que en la web resulta imposible de averiguar.
Y para rematar el día al Bao a nadar un poco, para despedir el verano con playa, como está mandado.

No han sido pocos kilómetros, o al menos eso aseguran mis piernas. Y sin embargo estoy convencido de que no hubiera tardado menos haciéndolos en coche.

No hay comentarios: