Va a ser verdad eso de que las bicicletas son para el verano, o al menos para cuando estamos a veintitantos grados y con un sol que casi anima a darse un chapuzón.
Sea por lo que sea por fin he desempolvado la bici, que ya hacía tiempo desde la última, para subir a Cabral a comer con mis padres. Aprovechando el viaje también le metí un lavado, desengrase, engrase y ajuste de los cables de la transmisión. Vamos, lo que para una bici debe ser una limpieza de primavera.
Ahora a intentar darle un poco de alegría a la pobre sacándola más de casa, eso sí, en cuando solucione el problema con las gafas, que se me han roto por meterlas donde no debía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario