09 enero, 2014

Nuestra primera pedalada a Alcampo

Tenía mono de pan de molde de tostadas, de Auchan, claro. El que usan como cebo para, lo que yo supongo millones de pardillos clientes, que vayamos a su hipermercado. Ayer pasamos en coche a última hora pero ya se habían extinto las bolsas. Sólo quedaban las insulsas tostadas de sándwich que, debe resultar obvio para todo el mundo salvo para los encargados de almacén de Alcampo, nadie quiere. Bea me dijo que cogiera de aquellas pero yo ya tenía otro plan en mente.

Esta tarde me he cogido la bici, mi bici, y me he ido de recados: cambiar un par de fallos de los Reyes Magos (el fallo fue no hacer caso del whatsapp que les mandé) y darme un paseo hasta Alcampo a por pan. La cosa fue rápida porque estaba preocupado por si alguien se intentaba propasar con mi querida pedaleta, aunque la multitud de jubiletas que estaban en los bancos donde la candé me ofrecieron buena confianza como seguratas improvisados.
Encontré el pan y pagué en un santiamén, me volví a la puerta con un pequeño hormigueo en las tripas y todo solucionado al ver que un anciano con un ramo de laurel en la mano (ya rondaba cuando dejé la bici candada) estaba sentado junto a mi montura en un gesto parecido a revisar la horquilla.
Saludo y chascarrillo, despedida y vuelta a casa más feliz que una perdiz.

La bici mola. Pero mola mogollón de verdad, y si además te ayuda a tener pan de tostadas de Alcampo siempre que quieras qué más se puede pedir.

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