05 octubre, 2013

Curiosas relaciones

No se si os sonará esta señora:

Catalina de Alejandría, por Caravaggio (Wikimedia)

Se trata de un lienzo de Catalina de Alejandría, pintado por Caravaggio.

¿A qué viene esto?
El pasado fin de semana estábamos de turismo por la catedral de Salamanca y entre los elementos de una exposición de bienes restaurados se encontraba un tríptico de esta señora. La mujer fue una de esas cristianas de pro que terminan santificando, convirtiéndose en Santa Catalina, en este caso por haber muerto en pro de su fe. La intentaron descuartizar con una rueda llena de cuchillas pero esta se partió antes de cortar a la mujer. No le valió de mucho, porque la decapitaron luego al viejo estilo, pero la anécdota sirvió para dar nombre a la rueda. Un precioso instrumento de tortura con una forma tal que así:


¿Y a qué viene toda esta cháchara?
Pues resulta que hilando un poco resulta claro que hay algo en el día a día de todo ciclista cuyo nombre proviene de este mismo elemento.

¡Efectivamente! La catalina de la bicicleta (el plato que transmite la palanca del pedalier a la cadena) recibe su nombre de una mártir cristiana del siglo IV.

Ahora que sabéis esto no dejéis de usar el término catalina para referiros a esta rueda dentada, en lugar del soso plato que nos importan desde el mundo anglosajón.

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