11 noviembre, 2007

¿Por qué no te callas?


magosto 2007


Era sábado de magosto y después de muchos intentos teníamos la lista de lugares en Vigo donde se celebraba alguno. Tras muchos años acudiendo al Berbés este año había desaparecido de las listas, aunque algunos miembros de la manada habían visto la carpa y algo parecía cocerse.
Eva estaba por Lugo y Bea por Madrid, Tere tenía que limpiar. Al final quedamos los de siempre: Paula, Fran y yo.

Las castañas no llegarían hasta las siete, así que el plan era darse una vuelta por Samil para abrir apetito y luego acercarse a algún sitio en el que viésemos salir humo, cosa que no resultaba difícil. Sin embargo durante el repaso de la lista ganó peso el magosto en la A.V.C.D. Monte da Mina, Castrelos y tras recoger a Paula acordamos no contrariar a Fran y subir al monte.

Llegamos después de algunos cambios de dirección y una casi embestida, por mi flanco, a cargo de un Audi familiar pilotado por una madre -con niña atrás- un poco/muy distraida. Vimos fútbol-sala, vimos fútbol juvenil, vimos fútbol infantil y vimos muchos malotes, pero muy pocas castañas y menos ambiente magostil. Paula tuvo tiempo y tiempo para congelarse y finalmente decidimos bajar al Berbés con el buen deseo de que no nos fallasen nuestros amigos de El Olivo.

Al pasar por la plaza allí estaba el cartel de bombillas anunciando la fiesta y la gente daba a entender que la cosa llevaba ya un rato funcionando, aunque se veían muchas manos embolsilladas. Aparcamos y nos fuimos a la cola. Esperamos, esperamos. Hicimos chistes sobre Fran y su amigo del día del paraguas y finalmente nos dieron bolsitas, después de recargar la caja de reparto con castañas recién salidas. Íbamos en busca de un lugar para sentarnos y uno de esos tíos raros que pueblan estas fiestas me para.



- ¡Oye tú!¡Perdona un momento! Quería decirte ... ¡Tú te estás quedando calvo!
- Hace ya tiempo de eso - le respondí.
- ¿Sabes por qué es? ... ¡Eso es por exceso de estrógenos!
- Bueno, en realidad es al contrario.
- ¡No, no! - soltó mientras sonreía y yo me alejaba hacia las escalinatas sin despedirme del pirado.

La cosa quedó así. Se ve que no tengo la sangre -real- para soltarle un ¿Por qué no te callas?.

Muy ricas las castañas, por cierto.

Portaos bien

No hay comentarios: